Esta mirada, multidimensional, no tiene en cuenta las cuestiones de acceso a determinada canasta de bienes (pobreza monetaria) sino que evalúa las carencias educativas, de protección social, vivienda adecuada, saneamiento básico, acceso al agua segura y hábitat seguro.
Así Unicef advirtió, en base a la información incluida en la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) que elabora el INDEC, que el 48% de los niños, niñas y adolescentes sufren de al menos una de esas carencias y que en la población total ese número es del 38%. El acceso al agua junto con los problemas de hábitat explican la mayor parte de las carencias no monetarias.
“Es necesario que se haga un esfuerzo nacional para que exista una medición oficial de pobreza que tome aspectos no monetarios”, aseguró Sebastián Waisgrais, especialista en inclusión social y monitoreo de Unicef y director del documento presentado este martes.
Unicef calculó que sin tener en cuenta aspectos monetarios, el 38% de las personas del país sufre al menos una carencia entre educación, protección social, vivienda, saneamiento básico, acceso al agua segura y hábitat seguro. Entre los menores de edad ese porcentaje asciende al 48%.
Según destacó Página/12 “el cruce de datos de pobreza no monetaria con el nivel educativo y con los hogares con padres y madres jóvenes es elocuente. La pobreza no monetaria en los niños, niñas y adolescentes supera el 70% cuando el jefe o la jefa de hogar tiene menos de siete años de educación y desciende al 22% cuando esa persona completó más de 12 años de educación”.
Entre jefes y jefas de hogar menores a 25 años, la tasa de pobreza no monetaria en los niños es del 75%. En hogares monoparentales, encabezados mayormente por mujeres, la tasa de pobreza de los niñoses superior a la media, del 49,7%, y asciende al 56,9% en el caso de los hogares extendidos.
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